Presentamos un seguido de ejemplos de terapias que hemos realizado en la UAP. Hemos intentado proporcionar una selección de diferentes trastornos o dificultades. En cada caso se explica el motivo o motivos de consulta y luego se explican las técnicas y estrategias utilizadas terminando con la finalización de la terapia y el estado del/la paciente.
C.20 Carles, 20 años. Dudas en la orientación sexual + timidez (47 sesiones)
C. es un chico de 20 años que está repitiendo primer curso de una carrera técnica; el motivo de consulta que presenta inicialmente es un bajo estado de ánimo, insatisfacción con sus relaciones sociales, relaciones de pareja y sus estudios. Presenta dudas en todas las áreas de su vida: académica, sexual, social…; y una falta de motivación general.
Analizamos esta insatisfacción y sus ideas respecto a la vida que le gustaría tener, la que cree que debería tener, y la que realmente tiene. En este análisis vemos los muchos prejuicios y creencias erróneas que tiene y que le suponen una barrera para conseguir lo que realmente quiere. Todas ellas tienen en común un tema que se repite en las sesiones: dudas en su orientación sexual.
El tratamiento consistió principalmente en identificar sus creencias irracionales y sus miedos, aplicar la técnica de reestructuración cognitiva de todos ellos y exponerse gradualmente a las situaciones que temía, con aumento de las actividades gratificantes. Y para enfrentarse con éxito a las situaciones sociales se hizo un entrenamiento en habilidades sociales y asertividad. De esta forma consiguió contrastar sus creencias con la realidad y poder escoger libre de miedos lo que realmente quería.
Su insatisfacción fue cambiando a medida que desaparecían sus miedos, y que aumentaba la confianza en sí mismo. Una vez finalizado el tratamiento su calidad y satisfacción de vida mejoró notablemente.
B.31 Berta, 31 años. Trastorno de ansiedad de agorafóbia con ataques de pánico (continúa con terapia)
B. es una mujer de 31 años que trabaja como representante de una firma de cosméticos. La paciente acude a nuestra consulta por ansiedad. B. se describe como una persona que siempre ha tenido “manías”: no le ha gustado nunca utilizar el ascensor, viajar en avión, o coger el metro. En caso de que se viera obligada a enfrentarse a estas situaciones se ponía muy nerviosa, se le aceleraba el ritmo cardiaco, la respiración y tenía sensación de mareo. B. no recordaba cuando empezó el problema, pero poco a poco estas sensaciones se empezaron a dar en más situaciones y de forma totalmente inesperada.
En el momento en que se presenta a la consulta el problema le interfería en todas las áreas de su vida, hasta el punto en que su vida social se había anulado prácticamente del todo y se estaba planteando dejar el trabajo. B. presentaba un trastorno de agorafobia con ataques de pánico.
El tratamiento consistió principalmente en identificar las situaciones ansiógenas, así como los pensamientos que le aparecían en éstas y sus reacciones. Después trabajamos los pensamientos irracionales con reestructuración cognitiva, exposición imaginal y en vivo a las sensaciones y situaciones. Todo esto apoyado por técnicas de relajación e información sobre la ansiedad y la agorafobia.
Después de tres meses de tratamiento su ansiedad en las situaciones problemáticas se redujo considerablemente. Empezó a entender qué le pasaba y a sentirse más animada para enfrentarse a más situaciones.
Actualmente B. continua en tratamiento , y sesión a sesión va viendo como la interferencia de su problema cada vez es más pequeña.
L. 64 Laura, 64 años. Miedo a hablar en público. (continúa con terapia)
L. es una mujer de 64 años y profesora universitaria. Le costó muchos años decidirse a pedir ayuda a un psicólogo. Su motivo de consulta era principalmente una sensación de inseguridad ante las otras personas. Ella no sabía defender sus ideas, no sabia decir que no y siempre acababa haciendo cosas que no quería; además de estos problemas sufría ansiedad cuando hablaba delante de determinadas personas, especialmente catedráticos y otros compañeros de la facultad. L. nos comenta que a pesar de los muchos años de experiencia nunca había llegado a superar del todo su miedo a hablar en público.
La paciente nos explica que esta dificultad había sido más acusada cuando era más joven, hasta el punto que estuvo a punto de dejar las clases.
Ella siempre había querido consultar un psicólogo, pero la vergüenza y el hecho de no saber si la podrían ayudar, hizo que evitase ir hasta este momento.
Decidió acudir a la UAP porque a parte de estos problemas se le ha añadido un bajo estado de ánimo por su inmediata jubilación.
El tratamiento que está siguiendo L. consiste en un entrenamiento en habilidades sociales a través de ensayos y aplicaciones en la vida real, así como un perfeccionamiento en las técnicas de hablar en público y una reestructuración de todos sus pensamientos ansiógenos ante estas situaciones. Paralelamente también se trabaja su bajo estado de ánimo a través de una resolución de problemas, planificación de actividades y reestructuración cognitiva.
E.25 Elia, 25 años. Fobia social + vaginismo (continúa con terapia)
E. es una chica de 25 años. Dependienta de unos grandes almacenes. Acude a consulta por un problema de ansiedad social pero a lo largo de las sesiones de evaluación vemos que hay muchos otros problemas. Un problema sexual de vaginismo (dolor intenso en la penetración) nos lleva a asociarlo con abusos sexuales que la paciente sufrió en la infancia.
Se empezó a tratar el problema que más interferencia le estaba provocando: la ansiedad social, ya que no le permitía trabajar sin ansiedad. E. pensaba que la gente la evaluaba o se burlaba de ella, esto le generaba mucha ansiedad.
Posteriormente y mientras se continuaba trabajando el primer problema, se empezó a trabajar su problemática sexual, ya que E. nunca había podido tener relaciones coitales con su novio.
Para cada problema se aplicaron unas técnicas diferentes. Mientras en el abuso sexual la resolución de problemas y eliminar la culpa son las que se utilizaron más, en el problema de vaginismo se estableció un programa concreto sesión a sesión, igual que en el de ansiedad social que combina técnicas cognitivas y conductuales.
Actualmente E. después de siete meses de terapia, ha mejorado moderadamente en su problema de ansiedad social, y en cambio ha habido unos progresos importantes en el problema de vaginismo y para poder mantener relaciones coitales.
M. 57 Marta, 57 años. Fobia a las operaciones (27 sesiones)
M. es una mujer de 57 años, casada y con tres hijos. Cinco semanas antes de venir a la UAP le dijeron que en el plazo de seis meses le tendrían que realizar una delicada operación de hígado debido a un malestar crónico que sufría. M. nos comentaba que nunca le habían operado y que siempre había tenido pánico a las operaciones, hecho que le generaba una gran ansiedad. Nos comentó que no se veía con la suficiente decisión para enfrentarse a la operación y en primer lugar buscó la ayuda de un psiquiatra y éste le aconsejó en tratamiento psicológico para reducir este miedo.
Desde el día que le comunicaron que se tenía que operar casi no dormía y no se podía concentrar en nada, tenía problemas intestinales y dolores de cabeza. Además tenía muchas ganas de llorar debido al miedo que sentía.
Iniciamos el tratamiento entrenándole en técnicas de relajación y respiración controlada para favorecer una reducción de la ansiedad y de todo su componente somático. En la tercera sesión de tratamiento empezamos a valorar si sus miedos eran realmente lógicos y si le resultaban útiles, en definitiva, empezamos los pasos de la reestructuración cognitiva. Pautamos charlas que M. tenía que hacer con familiares, amigos o vecinos que también tenían que ser operados. Fuimos extrayendo conclusiones y continuamos con la reestructuración. Se buscó información sobre el pronóstico de las operaciones de higado, recuperación, dolor y contratiempos que podían surgir. Al finalizar el tratamiento también se pautaron visitas a hospitales y a asociaciones de trasplantados.
Destacamos que una técnica que ayudó mucho a M. fue imaginarse y simular la situación de la operación, los imprevistos que podían surgir y todos los detalles que a ella le preocupaban.
El miedo a las operaciones de M. se fue reduciendo a pesar de que no desapareció completamente, pero le permitió enfrentarse a la operación sin el miedo inicial que le incapacitaba y que ella se resignaba a sufrir como inevitable.
R. y S. 127, Raúl y Sandra, 42 y 39 años. Problemas de pareja. (29 sesiones)
R. i S. vienen a la UAP solicitando hacer una terapia de pareja. Son pareja desde hace 15 años y de estos, 11 han estado viviendo juntos. Hace un año, aproximadamente, que han aparecido problemas de relación que se han ido agravando y últimamente se han empezado a plantear la separación. Como a último recurso quieren intentar salvar su relación acudiendo a un psicólogo.
Una vez hecha la evaluación, su situación, sintetizándola, es la siguiente:
Los dos miembros de la pareja tienen alrededor de los 40 años, estando en el mejor y más decisivo momento de su carrera profesional. Esto hace que estén sometidos a una presión destacable, ya que los dos quieren tener una familia pero nunca encuentran el momento más oportuno.
A lo largo de la evaluación identificamos los problemas que están interfiriendo en la pareja:
En el caso de la R. encontramos estrés y presión laboral, con un sentimiento de frustración hacia su expectativas personales y familiares. Con todo eso, sus “válvulas de escape” son a través de actividades exclusivamente individuales que provocan un distanciamiento más grande con la pareja.
Los problemas de S. consisten en un exceso de responsabilidad en el trabajo, relaciones sociales inexistentes y baja autoestima.
Estos factores independientes causan en la pareja una falta de espacio común para las ilusiones y un proyecto de pareja, pasando a ser las obligaciones el único lazo de la pareja. Todo esto les genera un sentimiento de frustración y apatía hacia la pareja, favoreciendo la mala comunicación a través de muchas discusiones y poca comunicación.
La terapia consistió, primero, en unas sesiones individuales para poder tomar conciencia de los factores que estaban afectando y poder intentar resolver los respectivos problemas, potenciando conseguir un bienestar y satisfacción individual.
Como consecuencia de trabajar la parte personal e ir obteniendo resultados positivos, salió fortalecida su decisión de continuar juntos como pareja y luchar por ella.
En este momento es cuando hemos podido empezar a trabajar paralelamente la parte de pareja, que consistió principalmente, en reconstruir el espacio de los dos a través de actividades conjuntas, ilusiones y un proyecto común de pareja y familia donde se puso énfasis en priorizar lo que resultaba importante para ellos, en su escala de valores.
Paralelamente se dieron estrategias para mejorar la comunicación, favoreciendo la comunicación positiva y evitando los malentendidos.
A.98 Albert, 32 años. Trastorno obsesivo-compulsivo + depresión. (continúa con terapia)
A. es un hombre de 30 años que acude a la UAP porqué está muy triste y se preocupa mucho por todo. No sabe qué hacer con su vida. Dice que todo está parado desde hace 10 años y no es capaz de tomar decisiones en nada; tiene mucho miedo a equivocarse.
Duda de casi todo: su trabajo, si estudiar o no, si irse a vivir solo, si dejar a su pareja, si le atraen los hombres o no, etc… Delante de toda esta situación, se observa un estado depresivo moderado-grave y un estado ansioso moderado. Su autoestima es muy baja sintiendo mucha desconfianza hacia si mismo.
La terapia se esta llevando a término desde el verano de 2005. Comenzamos a trabajar en los miedos y los motivos de ellos, trabajando creencias como las del deseo de experimentarlo todo en la vida. Creamos una jerarquía de acciones a hacer y poco a poco, A. está rompiendo el hábito de posponer y está aprendiendo a tomar decisiones cada vez más importantes. Además, es más conciente de que quererlo experimentarlo todo en su vida solo le provoca y le provocaría un gran sufrimiento.
R. 143 Raquel,33 años. Problemas de pareja manifestados a través de vaginismo y manca de deseo. (53 sesiones)
R. es una mujer de 33 que decidió volver a probar una terapia después de haber seguido una durante 5 meses y no obtener resultados. El problema que presentaba R. era una falta de deseo sexual hacia su pareja y también un vaginismo. Esto le provocaba un gran sentimiento de culpa y le aparecían dudas de todo tipo: si le gustaba su pareja, si le gustaban los hombres, si tenía un problema orgánico,…
Comenzamos evaluando la historia del problema, su relación con la pareja y el concepto sobre la sexualidad. A partir de aquí vimos que la relación de pareja era demasiado monótona, aburrida y que su concepto sobre el sexo era muy represivo. A parte de esto, ella era una persona muy poco expresiva a nivel emocional.
En lugar de empezar una terapia típica conductual sobre el vaginismo, se optó por dar unas pautas para variar su relación de pareja y tener nuevas ilusiones. Se trabajó el concepto del sexo experimentándolo de nuevo a través de la masturbación y sacando sentimientos de culpabilidad. También se hizo un entrenamiento en expresión de sentimientos para desbloquearla. Las variaciones sexuales con la pareja, sumado a todo lo anterior, contribuyeron a eliminar el problema de la falta de deseo sexual y a evitar la grave interferencia en la vida de pareja y a su autoestima que le habrían provocado a la R.
M. 97. Miquel, 38 años. Trastorno del estado de ánimo secundario por acoso laboral (26 sesiones)
El motivo inicial del paciente es bajo estado de ánimo.
Al largo de la evaluación identificamos otros problemas, como una importante crisis de pareja, donde M. se está replanteando su continuidad. Así como una desmotivación laboral.
Conforme avanzamos en la evaluación y el tratamiento, se pone de manifiesto que el factor disparador que origina toda la situación problemática es un proceso de moobing laboral de dos años.
Las consecuencias de este acoso son una baja autoestima, bajo estado de ánimo, irritabilidad, y una apatía total para hacer cualquier tipo de actividad fuera del ámbito estrictamente laboral.
Esta situación al no ser identificada se mantiene y cronifica, ocasionando problemas de pareja y una importante interferencia en el resto de sus ámbitos personales.
La terapia consiste en diferentes fases.
La primera es la identificación y toma de consciencia de los factores originadores del problema.
A continuación fijamos los objetivos, donde toma una gran relevancia el ámbito profesional. Ésta consiste en una revaloración de les expectativas laborales, reestructuración de las distorsiones cognitivas, y un intento de adaptación en su lugar de trabajo, que tuvo que finalizar en un cambio de departamento por la imposibilidad de reconducir las conductas viciadas y poco saludables.
Paralelamente se va trabajando la autoestima.
Estas dos líneas de actuación tuvieron una repercusión directa sobre una mejora muy destacada en su estado de ánimo y en la relación de pareja.
La valoración de este tratamiento es muy positiva por parte del paciente y el terapeuta. Ya que una vez identificado el factor encubierto que desencadenaba toda la situación problemática se origina un cambio drástico en el resto de problemas.
La duración total de la terapia es de 8 meses.
L. 112 Laia, 28 años. Anorgasmia secundaria por vaginismo (38 sesiones)
La paciente de 28 años nos describe su problemática que consiste en que no consigue llegar al orgasmo con ningún tipo de práctica sexual.
Durante la evaluación también identificamos un problema de vaginismo.
Actualmente la asociación del dolor en sus experiencias sexuales le ha provocado una inhibición del placer sexual con la consecuente anorgasmia.
La terapia consiste en un trabajo individual y de pareja.
La parte individual se trabaja a nivel cognitivo con reestructuración de las distorsiones, y potenciando su líbido sexual. Paralelamente se hace un tratamiento progresivo de concentración sensitiva de su propio cuerpo. Y por último, de forma gradual vamos introduciendo ejercicios a nivel de pareja para crear una nova complicidad, con nuevas estrategias, habilidades sexuales y eliminar los hábitos no saludables que se habían llegado a “viciar”.
Damos por finalizada la terapia al cabo de 11 meses. El resultado es un redescubrimiento de la sexualidad, y respecto a la anorgasmia la paciente consigue alcanzar el orgasmo a través de la estimulación manual y oral. Mediante el coito L cada vez alcanza unos niveles de placer más elevados y es cuando decidimos finalizar la terapia., ya que ahora tienen un dominio de las herramientas para continuar mejorando sus relaciones sexuales y muy buen pronóstico.
Abel, 43 años, eyaculación precoz (32 sesiones)
El paciente se presenta en la primera sesión muy angustiado por el hecho de tener problemas en sus relaciones sexuales. Comenta que le ha costado casi un año decidirse a consultar a un especialista y que se siente un poco incómodo al hablar del tema.
Nos comenta que cuando mantiene relaciones con penetración con su mujer, no tarda más de 30 segundos en eyacular y esto les hace sentir terriblemente mal. Ya hace 2 años que pasa. Se deprime y piensa que no está “rindiendo” en las relaciones y que está fallando a su mujer. Cada vez se exige más durada y se culpabiliza más.
Analizamos los pensamientos anticipativos de las relaciones sexuales y observamos, como en la mayoría de disfunciones sexuales masculinas, que hay un exceso de ansiedad y de autoexigencia en los futuros contactos sexuales y una hipervigilancia a las expectativas negativas de “actuación” que terminan por producir lo que la persona no desea: eyacular demasiado rápido. Nos encontramos delante de la “profecía que se autocumple”.
El tratamiento consistió en hacer consciente al paciente de la secuencia de preocupación y de la importancia de no hipervigilar a los pensamientos negativos. También se entrenó en centrar y descentrar la atención en las sensaciones (focalización sensorial) y un entrenamiento en la parada de la eyaculación. Se hizo una jerarquía de “fallos” permitidos y también una variación en las relaciones sexuales que contribuyó que a partir de la 14 sesión, el paciente empezara a tomar el control de la situación retardando cada vez más la eyaculación hasta que pudo volver a tener relaciones con una durada satisfactoria para los dos.
Begoña, 53 años. Duelo por la muerte de su pareja en accidente de tráfico (87 sesiones)
La paciente presenta un cuadro depresivo grave. Asiste a consulta al cabo de 9 meses de la muerte de su marido en un accidente de coche. Ha perdido las ganas de vivir y presenta un sentimiento de culpa importante. La gente de su alrededor ya no sabe como ayudarla y se están distanciando de ella. Se siente sola e incomprendida. Está recibiendo tratamiento psiquiátrico importante para parar la ideación suicida.
Analizamos sobretodo, el sentimiento de culpa y observamos que B. no estaba pasando por unos buenos días con su marido. Ella cree que el accidente se pudo producir por la repercusión de esta situación. La familia de él la ha dejado de apoyar y se han peleado por temas de herencia. El hecho de no tener hijos y que la mayoría de la familia viva lejos, agravan el sentimiento de soledad y dificultan el proceso de duelo.
El tratamiento consistió en valorar la relación de pareja que tenían, sobretodo analizando la mala temporada que estaban pasando. Concluimos, al cabo de muchas sesiones, que la responsabilidad de la situación no recaía totalmente en ella y analizamos las causas del accidente. Así, la culpa se redujo y B. empezó a sentir un poco de energía para reestructurar su vida. En este momento, la terapia se centró en plantear-se “qué era la vida para ella antes” cómo tendría que ser ahora. La hicimos reflexionar sobre la fórmula de la felicidad y sus ingredientes. Empezó a hacer variaciones, a enriquecer su entorno y a coger nuevas ilusiones. También trabajamos muchos valores, creencias y actitudes para hacerlos más adaptativos. Paralelamente se trabajó la profunda decepción hacia la familia del marido.
Al final de una terapia larga, B. pudo salir de un estado de ánimo depresivo aceptando y resignándose a la pérdida de su marido pero ganando una vida más rica, segura y autónoma.
Carlos, 41 años.Dudas de pareja con infidelidad propia (28 sesiones)
J. acude a la UAP presentando un cuadro ansioso importante. Se encuentra llevando una doble vida. Casado con su mujer desde hace 9 años pero desde hace un año, mantiene una relación sentimental con una compañera de trabajo. Él se siente enamorado tanto de su mujer como de esta última y no sabe qué hacer: si dejar a una o a la otra o mantener esta vida. Se siente una mala persona y no entiende lo que le está sucediendo.
En las primeras sesiones de evaluación, le preguntamos sobre qué aspectos le atraían más de una y otra y con cuál tenía más afinidades. Hicimos un análisis profundo de las dos relaciones y concluimos que las dos eran muy compatibles con él. Además, el grado de conocimiento de la segunda mujer era muy importante. Nos encontrábamos delante de una elección difícil.
Durante la terapia analizamos las expectativas que él tenia depositadas en las relaciones de pareja y el concepto de pareja de él y de ellas. Reflexionamos sobre el concepto de monotonía vs. Novedad y de cuál podría ser la opción más buena para él. Al inicio de la terapia él se decantaba por la compañera de trabajo pero al final de la terapia concluyó que sería más feliz con su mujer ya que él creía que buscaba en la segunda, salir de la monotonía en la que se había convertido su vida y su pareja. Esta monotonía la trabajamos a través de variaciones y mejorías en su relación de pareja sin tener que hacer una terapia de pareja. También variamos ciertos aspectos de su vida, aumentando la satisfacción.
Por último, se le ayudó en el proceso de separación con la compañera de trabajo mejorando la asertividad y la culpabilización para poder decirle que renunciaba a ella.
Actualmente, J. continua convencido con su mujer después de aquella época de dudas.
Pep, 51 anys. Hipocondría (en tratamiento)
P. había acudido a lo largo de su vida, a tres terapias psicológicas bastante largas. En la última estuvo 4 años. Después de un período de 2 años sin ira a un psicólogo, y de haber probado todo tipo de terapias médicas y alternativas, decidió volver a intentar reducir el malestar intenso que sufría.
P. tiene un miedo muy importante a todo tipo de sensaciones corporales, especialmente las que hacen referencia al corazón, cabeza y estómago. Cuando tiene alguna sensación, enseguida se alarma y se pone en estado de vigilancia; se controla las pulsaciones, se analiza el estómago y cualquier síntoma extraño o de cansancio. Los grandes miedos de fondo que tiene son: tener alguna enfermedad importante, el dolor y la muerte. La trampa es pensar que cualquier sensación es una señal de que alguna cosa no va bien en su cuerpo.
Esto le afecta a su vida laboral y a su calidad de vida porque le genera mucha angustia. En algunas épocas acudía a urgencias y al médico diversas veces a la semana pero actualmente se ha reducido.
El tratamiento está consistiendo en hacer una jerarquía de las sensaciones en función de la intensidad, frecuencia, durada y los pensamientos que generan con el objetivo de que él las pueda catalogar cuando aparezcan y actuar en consecuencia. Estamos llevando a cabo exposiciones voluntarias a sensaciones buscadas expresamente para que el paciente se habitúe y además, realizamos unas encuestas con la gente del entorno para ver “qué sensaciones se consideran normales y cuáles no”. Por último, trabajamos el repertorio de estrategias para hacer frente a la hipervigilancia a las sensaciones y a las preocupaciones que se derivan de ellas utilizando la técnica de la reestructuración cognitiva.
Hoy en día, la mejoría ha sido de un 70% después de 2 años de terapia pero P. todavía presenta algunos miedos importantes que nos demuestran que el trastorno es muy resistente y que aún nos quedan algunas semanas para convencernos de que no volverá a recaer.
Jose antonio, 42 años.Insomnio grave. (en tratamiento)
El paciente presenta un insomnio muy grave. Duerme unas 5 horas al día con interrupciones. Hay días que solo duerme 2 o 3. Le pasa desde hace 2 años y el problema se ha ido agravando.
Durante las sesiones de evaluación, observamos unos rasgos de personalidad muy rígidos, exigentes y perfeccionistas con un gran deseo de tenerlo todo controlado. Esto nos lleva a pensar que la terapia será difícil.
El tratamiento está consistiendo en estrategias básicas para el insomnio como entender la trampa (mantenimiento) de este trastorno: la preocupación sobre la expectativa negativa de: “hoy tampoco dormiré y mañana no me aguantaré”. A través de unos autoregistros diarios, el paciente está apuntando los pensamientos previos, durante y de finalización del sueño donde se observan una gran cantidad de preocupaciones que le generan mucha ansiedad imposibilitándole el sueño. Utilizamos también, técnicas de relajación, análisis de distorsiones cognitivas y reestructuración cognitiva. Además, J.A. muestra, debido a su exigencia, un problema de adaptación al mundo que le hace sufrir en la mayoría de situaciones. Estamos analizando, a lo largo de las sesiones, si el paciente presenta también una problemática de pareja que él de momento se niega a valorar y que puede ser un gran causante de su problema.
Actualmente y después de 4 meses de terapia, el paciente no ha mejorado y ha empeorado su insomnio y ansiedad. Él continúa exigiéndose estar bien y no acepta el insomnio. Cada día le lleva a ser más exigente con el sueño y esta es la gran trampa en la que cae. Creemos que si no supera sus creencias erróneas y nos hace caso, acabará abandonando la terapia con un trastorno mucho más grave que el que tenía junto con una depresión importante.